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El primer palíndromo conocido en castellano aparece en 1561 en el Cancionero llamado Sarao de amor del valenciano Joan Timoneda:
Tres versos con tal artificio hechos
que tanto dice al derecho como al revés
OLA MORO MORO MALO
NO TARDES Y SED RATÓN:
NO DESEO ESE DON.”
 Un siglo más tarde Baltasar Gracián, en su libro Agudeza y arte de ingenio, reproduce un palíndromo laudatorio a partir del nombre de San Francisco Javier: REY VA JAVIER. El ejemplo más divulgado, a pesar del significado chocante es DÁBALE ARROZ A LA ZORRA EL ABAD.
En realidad, los palíndromos alcanzan su plenitud con el escritor argentino Julio Cortázar quien los coloca en el corazón mismo de algunos de sus cuentos. Por ejemplo, en 1951, en el cuento “Lejana” de Bestiario incluye los siguientes: SALTA LENIN EL ATLAS; AMIGO, NO GIMA; ÁTALE, DEMONÍACO CAÍN, O ME DELATA…
 Palíndromo: es una palabra, número o frase que se lee igual hacia adelante que hacia atrás. Las palabras anilina, ananá, Neuquén y reconocerson palíndromos. Se conocen palíndromos en griego y en latín.  En la narrativa del siglo xx se dan muchísimos palíndromos de todo tipo, por ejemplo: Juan Filloy: acaso hubo búhos acá, amad a la dama, amigo no gima. Juan José Arreola: are cada Venus su nevada cera. Rubén Bonifaz Nuño: atonal trazó Mozart la nota. Carlos illescas: si no da amor sal a roma adonis. Julio Cortázar: átale demoniaco cain o me delata. Enrique Latorre: rio se saeta sal Sartre el leer las atleas es oír. Miguel Gonzales Avelar: somos laicos adan nada social somos.
En 1974 y en la revista mexicana vuelta, dirigida por Octavio paz, el poeta Gerardo Deniz publico el siguiente palíndromo dialogado entre un romano y un malayo en plan de confidencia erotica.
“—Allá, con amor se adobará.
—Ríome: ¡con amasia, vejete!
—Voy a podar elote. Hoy ya será toda mía.
—¿Toda? Ni Max…
—Esa hetaira me va a… remar.
—O sea…
— ¡Yo voy a la moda, sí!
— ¿Vas a Hanoi?
—Carolina ya me ama. Dime sólo, ¿no será mala, calamar?
—Eso no lo sé. Mi dama Ema ya ni lo raciona.
— ¿Has avisado?
—Malayo, voy a eso.
— ¡Ramera!
— ¡Ave María! ¿Te has examinado?
— ¡Taimadota, res!
—Ay, yo he tolerado, payo, vete.
Je vais a ma noce, mo
—Rara boda es…
—Romano, ¡calla!”
La relación de Cortázar con el tango: proviene de su infancia, de una casa donde el tango era escuchado por su familia a través de una radio que recién empezaba a descubrirse. “En los patios a la hora del mate -evoca-, en las noches de verano, en la radio a galena o con las primeras lamparitas”. Sería exagerado decir que en esos años perdidos de su adolescencia se hizo tanguero, pero está claro que al momento de irse a París, cuando ya andaba cerca de los cuarenta años, el tango formaba parte de su paisaje cultural y está presente en sus primeros escritos literarios.

Él mismo cuenta que en 1952 un amigo le regala una victrola y algunos discos de Gardel. Ese obsequio sólo se le hace a alguien que es capaz de disfrutar con el tango. En ocasión de ese regalo escribe algunas opiniones sobre Gardel y el tango. Dice, por ejemplo, que para apreciar a Gardel en toda su calidad hay que escucharlo con una victrola. Julio hace hincapié en este caso en las evocaciones que le produce esa voz y esos tangos que le recuerdan tanto a su juventud en Argentina.
Su imagen de Gardel es muy “cortazariana”, por decirlo de alguna manera. “Gardel crea cariño, admiración, como Legui y Justo Suárez; da y recibe amistad sin ninguna de las turbias razones eróticas que sostienen el renombre de los cantores tropicales que nos visitan, o la mera delectación en el mal gusto y la caballería resentida que explican el triunfo de un Alberto Castillo”.
También en ese texto asegura que el mejor tango de Gardel es “Mano a mano”, de Celedonio Flores. Estima que allí está el punto exacto de talento, creatividad, equilibrio para interpretar un poema que considera excelente. Concluye sus consideraciones hablando de Gardel. Allí refiere la anécdota en la que un hombre le pregunta a otro -bigote malevo, funyi y pañuelo al cuello- que en un cine de barrio está esperando ingresar para ver “Cuesta abajo”. El diálogo es breve y elocuente. “— ¿Vas a entrar al cine? —Sí, porque dan una del Mudo”.
Sus simpatías por Gardel sólo se comparan con su rechazo a Alberto Castillo, considerado algo así como un mamarracho, el arquetipo de lo que no debe ser el tango. Desde el punto de vista estrictamente musical y a contrapelo de sus declaraciones sobre la supuesta pobreza del tango, reconoce la calidad de músicos como Piazzolla, Basso, Salgán, entre otros. Pero es en su literatura donde las imágenes del tango están más presentes. Al respecto, habría que decir que resulta muy difícil, por no decir imposible, escribir cuentos y novelas ambientadas en el mundo urbano, sin que la cultura tanguera esté presente de una manera sutil o evidente, sobre todo en escritores de su generación. La ciudad transpira tangos y nos penetra -nos guste o no-, y no se puede percibir la realidad sin incluir -aunque más no sea- alguna nota tanguera.
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